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Desde 2020 estoy en Holanda viviendo en una comunidad y haciendo una formación intensiva de terapia grupal. Me apetece compartir contigo parte de esta experiencia a través de un boletín mensual, para que podamos seguir en contacto y que este tiempo de profundización para mi crecimiento personal y especialización terapéutica sea también de nutrición para ti. Espero que te guste y, si te vibra, que lo compartas con quien le pueda resonar.

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El otro día estaba escribiendo en mi ordenador portátil, de vacaciones en Calatayud, y mientras pensaba sobre qué escribir en mi próximo boletín de Postales desde Holanda, de repente, mis pies se balancearon. Pasado el primer sobresalto, me sonreí cuando noté que, en realidad, bajo esa mesa con encimera de mármol se escondía una mítica máquina de coser Singer.

Entonces entendí que el aparente miniterremoto bajo mis pies no era más que el clásico vaivén del pedal de estas máquinas que han vestido a tantas generaciones en España. Mi abuela tenía una y cosía con ella todo lo que la familia necesitase. 

Se me sonríe el alma cuando la recuerdo con sus pies acompasados a sus manos expertas en el arte de la costura

.

Y así me veo yo ahora, intentando coserme una vida a través del tecleo en mi portátil. Elaborando lo que me sucede, mirando mis entretelas de cuanto me acontece, haciendo remiendos de lo que me perturba.

Me imagino muchas de las horas de costura de mi abuela como una meditación donde recolocar lo que le preocupase. Así lo hago yo ahora con mi escritura. Mi abuela Inocencia con hilos, yo con teclas.

Recuerdo la satisfacción de ella al terminarnos un vestido que le hubiera quedado "niquelado", así me siento yo cuando veo mis párrafos avanzar con gracia y soltura. Si cierro los ojos escucho el sonido de su máquina de coser y mi cuerpo se balancea al rememorarla en plena acción con su Singer.

Con todas las memorias de mi abuela, me puse a explorar esta mesa que me trae claves increíbles para mi propio camino de crecimiento personal. 

Así, miré bajo el mármol que me hizo creer que se trataba de una mesa corriente, y me encontré con un universo de cajoncitos y de libros que equilibraban este uso más contemporáneo de una máquina de coser de antaño.

Me gustó la imagen de que hay muchos libros que me sostienen y que me permiten estabilidad en mi vida actual. Sus autores y autoras fueron exquisitos sastres del mundo emocional de las personas y de sí mismos. Todas sus puntadas tenían hilo y me ayudan a entenderme a mí misma y al mundo de manera más clara y compasiva.

Una de las cosas que me enseñaron fue la flexibilidad. Ser elástica en la manera de ver el mundo me ahorra mucho sufrimiento y me permite vivir de manera más plena.

Me gusta saber que hay tantas verdades como personas y que parte de quererme es respetar mi verdad, a la vez que aprendo a ver y comprender la verdad de otras personas. Y ahí empieza el bordado de la vida con mis hilos y mis telas, los hilos y las telas de los demás.

Eso incluye la capacidad de ceder en algunos aspectos, mientras me coso firme en otros. Poder ver la necesidad ajena aunque no sea como la mía en este momento, y decidir cubrirla por puro amor, por puro gusto de ver feliz a la otra persona.

Me encanta la imagen de un cajoncito secreto, en una mesa secreta llena de llaves: llaves a la felicidad, al amor, al placer, a la comprensión, a la compasión, a la amistad, a la paciencia, a la sabiduría.

En mi largo e intenso camino espiritual y de crecimiento personal y en mis casi 11 años de trabajo como terapeuta, he ido descubriendo más y más llaves como la Respiración Consciente de Rebirthing, las canalizaciones de Registros Akáshicos, las Constelaciones Familiares, el Diseño Humano vivencial, los Círculos de Mujeres, las meditaciones activas y las sociales, y un largo etcétera que quiero seguir haciendo crecer.

Llaves bellas, útiles, liberadoras, nutritivas y transformadoras.

Es fascinante para mí seguir abriendo cajoncitos y encontrarme con una cajita. También en mi camino me he topado con muchas cajas que al abrirlas han traído a la consciencia mucha verdad y sanación.

Está la caja del nacimiento con el guión natal, en la que descubrí el origen de muchas de mis limitaciones presentes y también mucha de mi fuerza vital actual.

Las cajas de la infancia y la adolescencia también guardan memorias de situaciones dolorosas y de muchos aprendizajes que me conformaron como la adulta que soy.

La caja transgeneracional es bastante grande y recoge muchísimas vivencias de mis padres, abuelos, bisabuelos y muchas más generaciones de las que puedo contar. Todas ellas conforman mi herencia y quiero hacer lo mejor de ella.

Y así voy hilvanando el contenido de mis cajas con los hilos de la consciencia, la valentía, la honestidad, el amor y la mejor intención de honrar la vida como un tejido bello, con todos sus nudos, agujeros y puntadas aparentemente desacertadas.

Los hilos me ayudan a hacer remiendos cuando me hace falta, a coser nuevas etapas en mi vida y a bordar como una celebración de lo gozoso que surge.

Los remedios de mis remiendos se construyen a base de sesiones de respiración consciente, canalizaciones y contacto con mi corazón y mi parte más sabia, de comprensiones transgeneracionales, de conexiones con mi cuerpo emocional y mis materiales inconscientes, de encuentros de belleza con otras buscadoras y buscadores.

Tengo hilos de muchos colores para los distintos aspectos de mi vida y la de las personas que tengo la fortuna de poder acompañar en sus procesos de crecimiento personal y bienestar.

Amarillo para dar luz, verde para sanar, violeta para transformar y rosa para recordarnos que el Amor es lo único que sana y que, te pase lo que te pase, un hilo rosa de Amor te puede volver a conectar con la Vida.

Si sientes que tienes algunas faenas de costura pendientes o que simplemente te apetece lucir un bello bordado de vida, luz y amor, te invito a contactarme y vemos cómo puedo apoyarte en ese proceso. Para mí será un gusto y un honor. Ya tengo el dedal más que preparado ;-)

De pequeña me fascinaba Alicia en el País de las Maravillas. Me encantaba ese mundo donde los animales y los objetos hablaban, donde las cosas cambiaban de tamaño y no tenía ni idea de qué era lo siguiente que le iba a suceder a esa niña rubia con vestido azul y blanco.

Una de las imágenes que más me impresionaban era ver a Alicia tan decidida a seguir al conejo blanco hasta la madriguera. Me admiraba que fuera capaz de entrar por ese agujero con esa confianza, sin ser dubitativa, sin filtros de prudencia o cautela. Me atrapaba la idea de caer por la madriguera sin saber qué se va a encontrar Alicia al aterrizar.

Este junio, si bien con fotos de Calatayud y no de Holanda, te quiero hablar de esos agujeros que me acercan a mis mundos subterráneos.

Como a Alicia, algo me lleva a curiosear en un agujero, puede ser el conejo blanco en el cuento o unas hormigas en un paseo por mi pueblo. La mayoría de las veces se trata de una emoción que aparece y ocupa mucha de mi atención. Y aquí es donde quiero aprender de Alicia.

Cuando Alicia ve al conejo blanco no lo ignora, sino que lo sigue sin miedo. Así quiero hacer yo con mis emociones, quiero poder seguirlas hasta su madriguera para poder entender qué mundo de maravillas me están señalando.

Así siento a mis emociones como un acceso precioso y preciso a mis mundos subterráneos. Y claro que siempre puedo sobrevivir la situación hasta que las aguas vuelvan a la calma, pero lo que quiero para mí darme el espacio de aprender y crecer con ellas.

A veces siento una emoción fuerte, sea tristeza, miedo o rabia, y es desproporcionada a la situación. En ese momento es cuando veo esa emoción como un conejo blanco y decido ver qué puedo descubrir siguiéndola hasta su madriguera.

Si le sigo la pista a mi rabia cuando una amiga me hace un comentario acerca de mi comportamiento, entonces me doy espacio para indagar por qué la opinión de alguien me produce tanta desazón. Es entonces cuando entro en la madriguera y los recuerdos, imágenes y asociaciones con esta situación empiezan a emerger.

Igual que Alicia ve pianos, camas y candelabros en su caída hacia el mundo de las maravillas, cuando me permito conectar con esa rabia me vienen memorias de pequeña sintiéndome criticada por otra amiga que, de hecho, me recuerda a la actual. También me viene el miedo a no ser amada, a ser rechazada o incluso a perder mi derecho a la pertenencia si no hago lo que la otra persona desea.

Y mirando la realidad en la superficie, se trata sólo del comentario de alguien acerca de algo que hice. En ese caso, sería simplemente la entrada a un hormiguero en un camino de campo. Pero si entro más profundo, entonces puedo ver todas las asociaciones que mi inconsciente hace con esta situación y que me llevan a sentirme amenazada y, de ahí, desproporcionadamente enfadada.

Enfadarme con mi enfado o ignorarlo no me ha resultado hasta el momento muy útil, pues es como tapar el hormiguero con un puñado de tierra, el agujero no se ve pero lo de abajo sigue vivo. Lo que quiero es explorar caminos más nutritivos y transformativos para mí, basados en el permitir la emoción de manera segura, observarla y dejar que se integre de un modo más amable a través de mi toma de consciencia.

En el caso de mi rabia desproporcionada con mi amiga, me di tiempo para mirar mi emoción con mi respiración consciente en la meditación diaria del Proceso de la Presencia de Michael Brown, bailando el enfado con una playlist que me ayuda, con herramientas de descarga emocional, "ventilando" con otra amiga y reflexionando en mi diario acerca de por qué una interacción tan pequeña me había llenado de una ira tan intensa.

Cuando pude conectar la interacción con mi amiga con mis miedos más profundos a perder el amor, entonces pude volver a mi amiga y preguntarle si me seguía queriendo a pesar de que mi comportamiento no le hubiera agradado. Cuando sonrió y me dijo que claro que me quiere, mi necesidad de defenderme se redujo y pude empezar a escuchar de verdad el feedback que me había dado y también pude verla a ella, más allá de mi propia historia. Cuando eso me sucede, me siento en un País de las Maravillas donde las relaciones son amorosas y gozosas.

Como explica Michael Brown, cuando te llega un mensajero puedes matarlo o aprender a escuchar el mensaje. Así, mi rabia con mi amiga me puede alejar de ella, si decido ignorar el mensaje que me trae, o me puede conectar a ella de manera más bella y profunda si me permito entrar en la madriguera y conectar con lo que de verdad se me estaba moviendo en mi mundo subterráneo.

Te deseo y me deseo un caminar en el que puedas aprender a escuchar los mensajes de la vida y en el siempre puedas recordar que "El amor es lo único que sana" y que "El amor es siempre la respuesta".

Si te apetece que te acompañe a seguir a tus conejos blancos, estaré encantada de hacerlo en mis sesiones y grupos que te propongo en el telegrama del mes. Me alegra el corazón compartir el gozo de todos los mundos de las maravillas que nos están esperando al fondo de la madriguera. Hasta pronto Alicia ;-)

El otro día estuve visitando la Aljafería, un palacio morisco de arquitectura mudéjar del siglo XI en Zaragoza, la ciudad de mi adolescencia y juventud. En su patio, que recuerda a los de la Alhambra de Granada, me encontré con un naranjo lleno de naranjas.

El entorno era idílico: un árbol rodeado de plantas, regado con abundancia, protegido por el edificio, mimado por los jardineros, celebrado por los visitantes. Sentí a esas naranjas felices, satisfechas de una existencia tranquila y plena, joviales a la sombra de unas bellas arcadas y a los pies de una escalera grandiosa.

Si fuera una naranja, me gustaría serlo allí, en el patio de la Aljafería donde la belleza y la calma se combinan desde hace siglos.

En su naranjo cada naranja tiene tiempo de madurar, de desarrollarse a su ritmo para sacar lo mejor de sí misma. Y me gusta la idea de buscar espacios en mi vida en los que crecer junto a otras naranjas y celebrar la bella redondez de sus pieles rugosas, el olor de sus hojas, el frescor de su sombra, la frondosidad de sus ramas y la profundidad de sus raíces.

Saberme naranja completa rodeada de otras naranjas, también jugosas y con muchas semillas para hacer del mundo un huerto de riqueza y nutrición.  Reconocerme heredera de muchas cosechas anteriores y confiar en la belleza de las cosechas venideras.

Aquí, en mi naranjo, doy la bienvenida a los días y las noches mientras el milagro de la vida se desarrolla entre mis gajos.

Y también en mi vida a veces me siento como una naranja en una malla, apelotonada con otras comadres cítricas: son los momentos en los que a pesar de las circunstancias externas estresantes quiero poder elegir seguir conectada con mi esencia.

En mis momentos-redecilla me puedo sentir atrapada haciendo algo que no me gusta o no me apetece, me puedo sentir agobiada por no tener tanto espacio para mí como querría, me puedo sentir un número más. Pero la realidad es que de cáscara para adentro cada naranja sigue teniendo un universo interior espectacular con tejidos esponjosos blancos, un eje central, pieles que estructuran sus gajos, membranas que conforman la pulpa, semillas que aseguran un futuro. Y eso quiero para mí, no perder la conexión con mi universo interno.

A veces lo retos en mi vida se hacen más inminentes y me veo así, esperando en una rampa de una máquina de zumo, preparándome para transformarme. Y ahí elijo si sentirme esperando para ser abierta y aplastada, o elijo ver el potencial transformativo de la situación.

Algo me va a doler de la situación, eso no lo niego, pero también me voy a transformar en algo distinto. Cuando me imagino como una naranja temiendo lo que va a suceder, me viene a la memoria el relato tan sorprendente de dos gemelos en el vientre de su madre hablando de que hay gente que habla de que hay vida después del nacimiento. Es muy gráfico imaginar el miedo del bebé, y así es como me siento yo antes de mis metamorfosis: del útero al mundo, de la crisálida a la mariposa, de la naranja al zumo.

Es más fácil para mí hablar de transformaciones, de metamorfosis, de ciclos de vida-muerte-vida, de renaceres que entregarme al proceso de manera abierta y confiada. Me gusta la imagen de la alquimia interna que me convierte en mi oro y, sin embargo, en el proceso mismo me siento a menudo como una naranja en una máquina de zumo: volteada, abierta, exprimida y sin control.  

Se trata de momentos transformativos personales que me trae la vida, y a través de los que navego con ayuda bien sea de sesiones de respiración consciente de Rebirthing, de lecturas de Registros Akáshicos, de Constelaciones Familiares, de meditaciones como la AUM o la Tierra Sagrada, de otras sesiones, cursos y procesos terapeúticos y de vida.

Y aunque a veces en medio del proceso no lo pueda parecer, siempre es beneficioso el resultado. Y en esto confío profundamente.

Y tras cada proceso de transformación personal me encuentro con la delicia de un zumo jugoso, refrescante y súper placentero de beber.

Así me acuerdo de una imagen de una mujer mirando al horizonte que decía: "Esto es el mar en calma, y me costó muchas tormentas alcanzarlo".  

Mi experiencia con mi vida y el crecimiento personal es que los zumos más exquisitos se alcanzan tras momentos de caos donde no sabía bien lo que me pasaba y, sin embargo, confiaba que todo tenía un sentido, donde me repetía: "Y si no lo entiendo ahora, en un tiempo lo comprenderé". Ésta ha sido y es mi plegaria muchas veces: Confiar que todo tiene sentido y que estoy en buenas manos.

Si algo me faltó el otro día en mi visita al patio del palacio de la Aljafería de Zaragoza fue llevarme una botella de zumo recién exprimido para disfrutarlo mientras me sentaba a la fresca viendo la vida pasar entre los naranjos, las palmeras, los arbustos y las flores.

Allí en ese patio que ha atestiguado tantos siglos me puedo reconocer como todas las naranjas a la vez: las gozosas y acompañadas del jardín, las alienadas y desorientadas de la malla del súper (en realidad también de la "Maya"), las temorosas y expectantes de la antesala zumera, las atribuladas y despeinadas del exprimidor y las esenciales y satisfechas del zumo de naranja.

Éste es un camino de transformación para valientes y me encanta invitarte a recorrerlo conmigo. ¿Te apuntas? En mi telegrama del mes te cuento cómo y cuándo ;-)

La primavera en Holanda está llena de tulipanes y la verdad es que para mí es un gozo pasear y encontrame a estas extraordinarias criaturas guiñándome un ojo y recordándome que todo está bien, aunque en ese momento yo no lo pueda ver del todo.

Los tulipanes son seres muy pacientes, pasan la mayor parte del año dentro de un bulbo preparándose para florecer por apenas unas tres semanas. Luego, se vuelven a su bulbo y esperan hasta su próxima floración, si tienen la suerte de tener tierra y riego en la siguiente temporada.

Hay tanto que tengo que aprender de los tulipanes que creo que es por eso que este mes de abril me tienen encandilada en mis paseos al aire libre.

Me fascina el nivel de confianza en la vida que demuestran cada año, allí en su bulbo pasan el verano, el otoño, el invierno y cuando llega la primavera, no lo dudan y salen al mundo de nuevo.

Hay muchos días que me siento como un tulipán en su bulbo. Me siento que necesito estar hacia adentro, protegida y en mi hogar interno. A veces mi tiempo-bulbo es gozoso: duermo, leo, medito, me acurruco. Esos momentos son bellos y ahí estoy muy contenta de cada instante-bulbo.

Pero hay días en que mi espacio-bulbo se llena de angustia y miedo, y entonces ahí el tiempo se me hace eterno. Me parece que nunca va a llegar la primavera para poder ver los jardines y temo no saber cómo florecer cuando llegue el momento. En otros momentos estoy en un bulbo de rabia suprimida. En esos casos darle espacio al mensaje del bulbo me lleva a bellos floreceres.

En esto quiero aprender de su paciencia. No quiero pasar mi tiempo de bulbo como un mero trámite, quiero de verdad entregarme  en lo que ese momento me ofrece: calma, espacio para la reflexión, tiempo de recogimiento, miedo, rabia, transformación en potencia.

Quiero vivir de bulbo con tanta consciencia como de flor, aunque a veces me despiste y acabe juzgando lo uno como un inconveniente necesario para lo otro. Quiero disfrutar de mi bulbo y de su proceso.

Para bien o para mal, el ciclo de mis momentos-bulbo y mis momentos-tulipán es más breve que un año y tiene una proporción mayor de flor que mis queridos compañeros de paisaje. Aún así, quiero poder honrar mi bulbidad y mi floración en cada momento.

De los tulipanes también me seduce su generosidad, pues se permiten florecer allá donde su bulbo se enraíce. En el caso de los bulbos holandeses, su realidad es que cada año acaban siendo exportados a muchos lugares del mundo. Eso significa que este año florezco en los campos al lado de Egmond aan Zee y la temporada del año que viene aparezco en una maceta de un balcón en Pamplona o en un jardín en Virginia del Sur.

Lo que quiero aprender de esto es que mi esencia está en mi bulbo y me puedo compartir allá donde la vida me lleve a florecer. Quiero aprender a confiar en que llevo conmigo lo que necesito y que la existencia me lleva donde mi belleza pueda servir de deleite y aprendizaje para mí y para los demás.

Algo que realmente me intriga de la existencia de los tulipanes es cómo de un bulbo marrón y relativamente anodino pueden surgir colores y formas tan diversas. 

Y eso quiero aprenderlo también, quiero ver el potencial de belleza de todas las personas, incluso cuando de momento sólo se muestren como bulbo. Eso me recuerda a un discurso de Osho en el que decía: "Cuando veas a Dios en todas las personas, todas las personas se convertirán en Dios para ti."

Así, quiero ver en cada bulbo su flor, su potencial, su futuro brillante. Y cuando me despierte y me vea a mí misma como un bulbo, entonces también poder verme con esta clara perspectiva.

Algo que me gusta de los tulipanes es verlos en grupo. Se les ve disfrutando del buen tiempo. Quedan para una salidita de tres semanas y luego al año que viene quizá un rato más.

Y así me veo yo conectándome con otros tulipanes bellos en sus momentos-bulbo donde revisar qué pasó y dónde se encuentran y también en sus momentos-flor para disfrutarse, celebrarse y compartirse con el mundo en su versión más espectacular.

Si te sientes un bulbo con ganas de florecer, dame un toque y te cuento de qué manera te puedo ayudar con los mensajes de los Registros Akáshicos, con la respiración consciente de Rebirthing, con la comprensión transgeneracional de las Constelaciones Familiares, con la nutrición de los Círculos de Mujeres y con las claves botánicas del Diseño Humano Vivencial. Si te sientes una flor con ganas de expandirse, contáctame y te acompaño a brillar y a celebrarte.  También en esa parte del proceso para que la vuelta al bulbo sea igualmente enriquecedora. Te doy la bienvenida en toda tu tulipanidad al completo.

El otro día celebré mi cumpleaños aquí en Holanda, en la Osho Humaniversity donde estoy viviendo y formándome en terapia. Como representante española del lugar me decidí por hacer tortilla de patatas, pues el año pasado hice ya paella para la celebración.

No es que yo tenga mucha experiencia cocinando tortilla de patatas, pero mi larga y extensa trayectoria como degustadora me permite saber que, con los mismos ingredientes, el resultado puede ser desde una masa ingente e intragable a un bocado exquisito en el paladar.

Y ahí empecé a pensar en cuál es el secreto para hacer algo bueno con lo que tengo. En qué me tengo que enfocar para que mi vida se convierta en una de esas torillas que te hacen vibrar, que te sacan un ay de puro gozo, que hacen que mis huesos se sonrían cuando este manjar llega a mi boca.

Los ingredientes para mi torilla son: patatas, cebollas, huevos, aceite, sal y una buena compañía, en este caso la ayuda extraordinaria de mi amigo Jahan que es un excelente chef.

Los ingredientes para mi vida son: una madre y un padre que me quieren, una hermana mayor que me cuida, un cuñado que me apoya, unas sobrinas que disfrutar ver crecer, unos abuelos que me acogieron, tíos y primos con los que celebrar, amigas y amigos con los que reír y llorar, profesores, maestros y guías de los que aprender y nutrirme, clientes con los que compartir mi camino, un trabajo que me encanta, un cuerpo que disfrutar, una salud que mimar y mucho amor que dar y recibir.

También dolores, frustraciones, inseguridades y otras partes menos gozosas pertenecen a los ingredientes de mi vida.

El proceso de la tortilla comienza con pelar las patatas y no siempre es lo más entretenido. Así en mi vida también hay muchas cosas que tengo que hacer y que por momentos se hacen pesadas. Aquí es donde elijo si miro la montaña de patatas y las pelo como si estuviera en la mili, donde sólo me quedara sobrevivir la tarea.

O también puedo elegir ponerme música que me gusta, entablar una conversación enriquecedora con mi compi de cocina y disfrutar de la textura de la patata en mis manos, del sonido del pelapatatas al cortar la piel, de jugar a encontrar maneras nuevas y divertidas de pelar.

Así elijo en mi vida, entre ver la tarea como una tediosa montaña de patas por pelar o como un momento de gozo donde las patatas son una excusa más para disfrutar de una ratito de mi existencia.

Otra parte del proceso son las lágrimas al cortar la cebolla. Las lágrimas que me surgen las puedo pelear y juzgarme por tenerlas, o puedo estar tranquila sabiendo que se pasarán. 

Más allá de cierta adicción al drama que pueda tener personalmente, lo que más me gusta de la vida no son las cosas que me hacen llorar: mis dolores, mis frustraciones, mis pérdidas, mis miedos, mis angustias.  Sin embargo, mi experiencia me dice que evitarlas no me ayuda a crecer y alcanzar momentos de verdadera serenidad y armonía.

Las lágrimas bien gestionadas riegan mis flores y hacen de mi vida un jardín más frondoso.  Así elijo llorar mis lágrimas con compasión y consciencia porque eso hace mi vida más dulce, igual que la cebolla hace más jugosa a la tortilla.

Un truquito que descubrí hace poco fue que si separas las claras de las yemas, entonces puedes levantar las claras aparte y así la tortilla queda más esponjosa. Y claro que puedes poner los huevos tal cual y batirlos, pero...¿y si ese pequeño gesto de separar claras y yemas hace de tu vida un mejor lugar?

Así, elijo para mi día a día cuidar esos detalles que pueden hacer mi vida más esponjosa: tener mi armario bien ordenado, elegir colores que me quedan bien, llevar zapatos extremadamente cómodos, darme tiempos de descanso, pasear en la Naturaleza, sonreír a las personas en la calle, algún masajito, comidas que me gustan...

Hay tantas cosas en las que poniendo un extra de atención puedo mejorar mi vida, que si está en mi mano, voy a por ello sin dudarlo.

Algo importante son los tiempos y estilos de cocción, el fuego, la sartén, el aceite y la sal. Si caramelizo la cebolla aparte de la patata, queda más sabrosa. Si enfrío la mezcla de cebolla y patata antes de añadirle el huevo, queda mejor textura. Si reservo un poquito de huevo extra para añadir después de darle la vuelta, se consigue una jugosidad extra. 

Son todo gestos que crean una diferencia en el resultado final. Así elijo en mi vida trabajarme personalmente y sanar mi transgeneracional con Constelaciones Familiares, mi nacimiento e infancia con la respiración consciente de Rebirthing, conectar con mi corazón y mi sabiduría interna con los Registros Akáshicos, conocer mi funcionamiento con Diseño Humano, nutrirme con la belleza de los Círculos de Mujeres  y ser más consciente de mis emociones con las meditaciones Dinámica y AUM.

Algo clave es darle la vuelta a la tortila: cómo de cuajado tener el huevo, cuán fuerte poner el fuego, tener un buen plato preparado, que la sartén no se pegue y, sobre todo, la habilidad de girar lo suficientemente ágil para que la mezcla no se desparrame y todo el trabajo anterior no se desperdicie.

Así hay momentos cruciales en la vida donde tomar una decisión u otra te puede permitir darle la vuelta a la tortilla a tiempo o que se te queme el huevo por ese lado que no giraste cuando hacía falta.

Así elijo estar muy atenta a la escucha en mi vida, para saber cuándo dar un giro, tomar otra dirección o realizar un cambio. Y para hacerlo es importante para mí escuchar bien las señales de mi cuerpo, lo que me dice mi voz interior y las circunstancias que leo en mi entorno externo. 

Una buena torilla de patatas se merece un buen acompañamiento: pan y tomate, jamón y queso, aceitunas y patatas fritas.

Así elijo en mi vida buena compañía que me permita celebrar y disfrutar del resultado de la tortilla con las personas que me aportan y me hacen sentir que mi existencia puede ser un festín.

En mi banquete no quiero que falte mi familia, mis amigas y amigos, mis profes, mis clientes y la comunidad de personas con la que tengo la suerte de convivir.

Celebrar y celebrarme es lo que elijo para mí. Me encantaría acompañarte a través de mis cursos y de mis sesiones para que tú también lo elijas para ti. ¡Pura Vida!

El otro día de excursión en Utrecht, de paseo entre los canales, me encontré una bicicleta muy, muy rosa. Me hizo mucha gracia porque iba a conjunto con la chaqueta que llevaba y que me había comprado para las fotos de mi nueva web. De eso te hablaré seguramente en marzo, si todo va bien y la termino para el comienzo de la primavera.

Durante muchos años estuve frontalmente en contra del color rosa, le tenía manía, lo tildaba de ñoño y lo evitaba a toda costa. Esta tarde mientras pensaba sobre qué escribir mi newsletter de febrero y miraba mis fotos en mi móvil, me vi claramente apostando por el rosa. Y lo cierto, es que es así, y no sólo en mi ropa, mis sábanas, mis complementos y la nueva web que enstrenaré prontito: ahora apuesto por la Vie en Rose.

Que hay muchos colores en el mundo es así, que para gustos los colores también y que nada es verdad ni mentira, sino que depende del color del cristal con que se mira, pues también es cierto. Toda esta retaíla refranística viene para decir que me gusta el rosa y que mirar la parte rosa de las cosas es una actitud que he decidido cultivar.

Soy muy consciente de las cosas oscuras que nos rodean, también de las grises, marrones y negras. De las turbias y sucias. Son y están ahí. No es discutible, y no lo discuto. Lo que me propongo a mí misma es, sin olvidarme del marco más amplio, poner foco en lo amable, lo luminoso y lo amoroso. Mi idea es que si así lo hago, tengo los recursos emocionales suficientes para no acostumbrarme a lo feo y turbio y poner mi energía en cambiar lo que esté a mi alcance. 

Ahí me viene la plegaria de la serenidad que dice: 

"Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,

valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar

y sabiduría para entender la diferencia."

Para mí, conectarme con lo rosa es una manera de alimentar mi serenidad y de acumular recursos emocionales para los momentos donde corresponda usar mi valor.

Para mí, conectarme con lo rosa es elegir lo nutritivo. Es escoger ver lo inocente de las personas y su potencial para el bien, su parte más vulnerable y sus necesidades no cubiertas y sedientas de cariño y acogimiento.

Y cuando algo me lastime, quiero elegir lo rosa para sanarme. Y no es que no sepa ser cruel, vil y rencorosa . Y no es que no conozca en mi cuerpo el cierto placer que da la venganza. Y no es que mi mente esté libre de juicios y planes maléficos que hagan pagar a mis enemigos por sus ofensas. Los tengo dentro de mí, igual que la rabia asesina y el impulso de matar y de destruir sin piedad. 

Los tengo dentro de mí, vivos y con ansias de tomar el mando de mi vida.Y eso me recuerda a la leyenda Cherokee donde un abuelo le explica su nieto que cada uno llevamos dentro un lobo blanco y un lobo negro. El blanco es amable, cuidadoso y amoroso y el negro es violento, cruel y soberbio. Ambos viven en nosotros y batallan por el control de nuestra vida. Ante la pregunta de cuál de los dos gana, el abuelo con toda su sabiduría dice: "Al que le des más de comer."

Elegir dar de comer al lobo blanco es una elección en cada uno de mis pasos. Y este febrero, quizá un poco lobotomizada por toda la estética onmipresente de San Valentín, quizá apostaría también por un lobo en tonos rosáceos.

Y así me quiero en mi camino, paso a paso, eligiendo alimentar lo bello y lo bueno. Escribo esto y me sonrío porque me viene a la memoria la herencia filosófica de mi madre hablándome de Kant y sus principios éticos. 

Quiero que mis pasos sean estéticos en la forma en la que me relaciono con la gente de mi entorno y conmigo misma. Quiero potenciar el amor en mis interacciones con el mundo, porque de odio y destrucción ya estamos suficientemente servidos.

Y luego, pues la vida me sorprende con gominolas rosas, lápices rosas, tiritas rosas, zapatos extra-rosas e incluso balletas rosas que hacen el fregar de cada día un poco más amable.

Y ésa es mi propuesta una vez superada la cita anual del 14 de febrero, potenciar lo rosa en mi vida como concepto: lo amoroso, lo luminoso, lo acogedor, lo nutritivo. Y si además me lo puedo aderezar con cosas rosas "muy cuquis", pues tanto mejor.

En mi Postal desde Holanda del 5 de marzo de 2022 te hablaba de convertirte en arcoíris, donde podías dejar atrás lo oscuro y gris para ser todos los colores que te conectan más a la vida: azul, morado, verde, rosa, rojo, naranja y amarillo. 

Y éste es el camino profesional que elegí hace ya diez años y que me conecta con mi "Amor puro por la Vida": transformar mi oscuridad en colores para acompañar a otras personas en su propia metamorfosis.

Y eso lo hago con todas las herramientas que me ayudan cada día y que siento son excelentes puentes entre mis sombras y mis luces: la potencia de la respiración consciente de Rebirthing, los mensajes corazoneados de Registros Akáshicos, la comprensión transgeneracional de las Constelaciones Familiares, la belleza de los Círculos de Mujeres, la  claridad del Diseño Humano Vivencial y la transformación a través de las meditaciones activas y sociales.

Si sientes curiosidad por éste mi camino y lo que ofrezco, me encantará contactar contigo y contarte con más detalles. Siéntete muy bienvenida y muy bienvenido.

El otro día paseaba por la Ciudadela de Pamplona y entré en loop con una canción que hoy te quiero compartir. En realidad, lo que te quiero compartir es ese momento: era tras una nevada, hacía frío, había ido al súper y me estaba dando un homenaje con zumo de naranja recién exprimido y una empanadilla de pisto.

No parece mucho, pero la combinación resultó perfecta cuando Spotify me regaló aleatoriamente una canción de Stefanie Hrs titulada "Un Ser Perfecto". No sé si fue la música, la voz, la letra... en todo caso, me transportó a un espacio de belleza y plenitud, del que no quería salir, y por el que le di a repetir y repetir al PLAY.

Quizá fue un momento de hipnosis positiva, de programación cósmica, de gocito de viernes... qué sé yo. La cosa es que aunque no sea desde Holanda, ésta es mi postal para ti en este enero.

La canción empieza así:

La Vida es un expresión más

De un Ser gigante al que encontrarás

En una exploración de tu Ser Interior

Que sólo es un lugar donde no existe el Yo.

Y yo, éste mi pequeño yo que venía de comprar víveres para este yo que no existe, me quedé muy sorprendida del inicio de una cancioncilla, en principio bastante inocente.

Así que seguí caminando, mientras me sentía intrigada por cómo iba a seguir esta elección de mi lista de reproducción. Me gustaba la idea de explorarme interiormente y de encontrar un espacio para mi verdad. 

Y la canción sigue:

No existe el exterior 

Todo es una ilusión

Toda mi existencia es una canción.

Seguía caminando y disfrutando de mi empanadilla de pisto y me divertía con la imagen de Morfeo y Neo en Matrix hablando de Maia, del velo de la ilusión. También me acordaba de Platón y el mito de la caverna, sobre todo en la escena de la serie de Merlí que ví en Navidades con mi madre y mis sobrinas. 

Y más allá de toda ilusión, miré al último trocito de empanadilla que me quedaba y me dije: "¡Por las ilusiones crujientes y sabrosas!". 

Sigo con más de la canción:

Todo es perfecto 

Todo vibra igual

Ninguna existencia es lineal.

Seguía en ese estado de gracia en medio de la Ciudadela de Pamplona donde sentía que todo era perfecto: el frío en mi cara, el calor en mis pies abrigados con botas de nieve y la explosión de sabor de mi zumo de naranja.

Es simple, pero ese líquido en mi paladar me traía tanto placer que muchas imágenes y memorias de otros días gozosos vinieron a mi mente. Me sentía vibrante y viva.

Estaba toda feliz con mi instante de gozo y la canción seguía:

El que se hipnotiza con su realidad

Crea distorsión en su mente, cuerpo y más.

Ayyy, pues sí, sí que veo esa parte de distorsión que viene con la identificación con lo bueno y con lo malo. Y es distorsión porque sólo quiero "lo bueno" y evitar "lo malo", pero es que lo riquito está tan rico...

En fin, al menos me propuse agradecer y disfrutar ese instante de bienestar para hacerlo eterno en ese mismo momento. Tiempo tendría de otros instantes menos apetecibles.

 Tras varios compases de esa música tan pegadiza, la letra siguió:

Todos quieren conocerse más

Sin dejar su pasado atrás.

Aquí mi mente se sonrió al ver los restos de un muñeco de nieve entre roto y derretido. Y conecté con tantas veces a lo largo de todos mis años de crecimiento personal en los que me he sentido así: desmadejada, sin estructura, sin referencias a las que sujetarme.

En esto estaba de acuerdo con Stefanie Hrs, para conocerme he necesitado dejar mucho atrás y es algo que le aconsejaría a cualquiera que me preguntara cómo llegar a ser ella o él mismo: "Deja de ser tú".

Mientras sincrónicamente la luz se hizo más intensa, la canción continuaba:

Eres un Ser más grande que el Sol

Tu poder inmenso es el Amor.

Me encantó esta parte. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y una sensación de certeza invadió todas mis células. Igual que en la serie de mi infancia de "Érase una vez el Cuerpo Humano", me imaginaba a todos mis 30 billones de células de fiesta canturreando: "¡Somos grandes! ¡Somos Amor!".

Allí en el parque, jugando a hacer figuritas con la nieve, me sentí viva y llena de Amor.

La canción terminó con:

Lo que veo en ti es un Ser perfecto

Y lo que veo yo es más allá del cuerpo.

Para mí es puro gozo reconocer que más allá de lo pequeño, está mi Ser grande y que éste es perfecto. Y ése es el objetivo de mi proceso de crecimiento personal: conectar con lo perfecto, con lo esencial en mí.

Y también ése es el objetivo de mi trabajo como terapeuta con las técnicas de los Registros Akáshicos, la Respiración de Rebirthing, el Diseño Humano Vivencial, las Constelaciones Familiares y los Círculos de Mujeres: acompañarte para que tú conectes con el Ser Perfecto que eres, con lo esencia en ti.

Este 2023 estaré encantada de compartir contigo mi trabajo en sesiones individuales y en grupos, presenciales y online. ¿Te resuena? Dame un toque y celebramos juntas nuestra Perfección.

Diciembre, 31 de diciembre, 31 de diciembre a las 23:59h... el año está a punto de terminar... qué emoción... ¿qué hacer con todo esto?... ¿y si no hago lo suficiente?... ¿y si cambiamos de año y me pierdo la ocasión?...

Enero, 1 de enero, 1 de enero a las 00:01h... Ya está, cambió el año... y ya...

Esto es lo que me pasaba de pequeña con los grandes hitos de la historia: el año nuevo, el eclipse Halley, el 8/8/88, la conjunción de Plutón con no sé qué que no volverá a suceder hasta dentro de muchísimos años. En fin, una expectación inmensa cuyo final era normalmente la pura normalidad... la vida sigue... Así, poco a poco, pude entender que los hitos son internos y los creo yo y soy yo quien les da la relevancia que yo quiero.

Esta semana estoy trabajando en el departamento de mantenimiento de la Osho Humaniversity y estoy engrasando puertas y ventanas. Para mí tiene gracia pues es como asegurarme de que la bisagra entre el 2022 y el 2023 esté bien lubricada, que el paso de un año al otro se pueda producir de manera suave, armoniosa y sin chirridos.

Lo interesante de vivir con gentes de diferente origen, es que me doy cuenta de la relatividad de los hitos. Así, me sorprendo cuando mis amigos israelitas me recuerdan que hay más sistemas de medir el tiempo, ya que para ellos el año nuevo se cuenta desde septiembre y para los chinos a finales de enero.

Y no es que yo no lo supiera intelectualmente, pero sí me pillo inmersa en mi imagen infantil de que, cuando llega el 31 de diciembre, el año se acaba de verdad y una página inmensa del libro de la vida se pasa y al hacerlo, incluso genera un sonido de cierre de catacumbas. De hecho, casi se puede escuchar: "¡Putuplummm!" 

En todo caso, los hitos me ayudan a hacer balance y mirar qué he hecho de enero a diciembre, y también ver qué he ido compartiendo contigo durante todos estos meses de "Postales desde Holanda".

En enero aproveché los fríos gélidos para imaginarme como un copo de nieve que decide cómo cristalizar en cada momento. Me gustó la idea de poder elegir qué quiero para mí, un instante antes de cristalizarme por un ratito.

En febrero te conté cómo los baldosines antiguos de la escalera que recorro cada día me recuerdan la belleza de las flores y lo sanador de la naturaleza, la importancia de mi alimentación y de nutrirme con amor, el agradecimiento a los días de lluvia y a las tormentas personales que finalmente escampan, el potencial de trabajugar y disfrutar de lo que hago. Desde entonces ya no los miro igual en mis trayectos diarios de subida y bajada.

En marzo,  aprendí a convertirme en un arcoíris. Te cuento la ruta resumida, pero no dudes en volver a leer la versión extendida. Aquí va: salir de mis zonas oscuras, atravesar las grises, conectar con la esperanza, la transformación, la ternura, la pasión y el amor, para ser mi fuego, mi luz y mi sol interior. Desde entonces, cada arcoíris me ha guiñado un ojo para que retome el camino si me despisté por mis oscuridades.

Abril fue el mes de las hadas: El hada que cuida de mi sueño cada noche. El hada del desayuno que me aconseja lo mejor cada día. El hada de la naturaleza que me  procura los más bellos paisajes y parajes sanadores. El hada de los libros que me orienta con mis lecturas. El hada del juego que me invita a disfrutar a cada instante. El hada de la belleza que me ayuda a ver lo bueno en todo. El hada del amor que se encarga de que reciba y dé muchos abrazos cada día.

En mayo visité Amsterdam y un cartel muy colorido me conectó con mi viaje hacia mí misma donde quiero ser "Libre para ser yo". Me encantó preguntarme qué es ser yo, qué es ser libre, por qué tengo tanta sed de esto. También me inspiró mucho el slogan en un menú que decía: "Sin agallas, no hay gloria, ni leyenda, ni historia."

De junio a septiembre fueron meses de agradecimiento para todas y todos los terapeutas que me llevan acompañando estos más de dos años de formación intensiva en Holanda en la Osho Humaniversity. Fue muy enriquecedor dedicarles palabras de cariño y homenajear su entrega y amor día a día. Me encantó conectar con sus cualidades más esenciales y presentártelos como los faros seguros que son en mi navegar.

En octubre te invité a un planeta de lunares donde imaginé usos alternativos para este tipo de redondeles en forma de botellas de topos del nacimiento, sal de la niñez,  bailes transgeneracionales, castañuelas de Diseño Humano y encuentros de faralaes de crecimiento personal y meditaciones sociales.

En noviembre te hablé a través de las pinturas de Eva Armisén de volar con el corazón, de tomar pausas nutritivas, del amor como la mejor sopa, de la alegría más genuina, de la fiesta dentro de mí y de mi volver a casa, regresar a mi hogar interno como la mejor manera de estar en la vida.

Este diciembre hago repaso de todos estos meses contigo, y antes de que se gire esa página inexorable del año nuevo, que imaginaba casi amenazadora en mi infancia, te quiero agradecer que me hayas leído y acompañado a lo largo de todas estas palabras e imágenes en 2022. Muchas gracias por tu entrega en el trabajo terapeútico conmigo hasta el momento, y por tu confianza si decides que podamos trabajar juntas este 2023 en mis sesiones y grupos, online y presenciales, de Registros Akáshicos, Rebirthing, Constelaciones Familiares, Diseño Humano Vivencial, Círculos de Mujeres y Meditaciones AUM. Como siempre te cuento más en el telegrama del mes. Será un placer contar contigo en este nuevo año que muy prontito empieza, al menos para nosotras y nosotros :-)

Un abrazo de 2022 con ramalazo de 2023,

Nartan - Noemí

Las imágenes y la palabras bellas me sanan, me reconectan con mis partes más luminosas y me permiten elegir dónde quiero poner el foco en mi vida. Hoy mi postal tampoco es desde Holanda así que, con tu permiso, me voy a basar en las pinturas de Eva Armisén, una artista aragonesa que me inspira muchísimo. Hace ya meses que visité con mi madre una preciosa exposición suya en Zaragoza. Desde entonces estas imágenes estaban esperando su momento de gloria en mis Postales desde Holanda. Hoy llegó su día.

Éste es el glosario vitalista que me ha llegado mirando a sus cuadros:

Volar

Frente a este mural lleno de mariposas y pájaros conecto con mi gozo por volar. Conecto con esa cualidad de ligereza, de libertad, de expansión. Me encanta imaginarme cuan ave por encima de montañas y valles. Así, a veces, me pongo una playlist especial en mi Spotify que le llamo "Volare, volare". y que me recuerda mi capacidad de volar con mi corazón.

Pausa

A veces necesito una pausa, jajaja a veces dos, y es que parar me ayuda a recolocarme y saber quién soy, dónde estoy y, sobre todo, hacia dónde quiero ir.

Las pausas me reconectan con lo que es esencial para mí y me permiten soltar lo auxiliar, lo que realmente ya no necesito. Me ayudan a recuperar la calma después de mis tormentas emocionales, mis remolinos mentales y mis turbulencias interpersonales. 

En las pausas encuentro sosiego, y son el mejor antídoto a mi tendencia a llenar mi agenda de tareas y citas. Por momentos son el oasis donde beber y descansar tras mis travesías por el desierto. Me gustan las pausas cálidas que me dan la meditación y la danza.

Amor

El mejor alimento es el amor. No hay sopa de amor que no me reconforte. Cada cucharada me regenera y me conecta con lo bello de la vida. Da igual la magnitud de lo que me haya sucedido, si me siento amada, la gravedad de lo acontecido sólo puede encoger.

Quizá no se reduzca el tamaño real del problema, pero sí mi percepción de él. Si me siento querida y acogida, tengo más recursos para afrontar lo que me está pasando, puedo mirar la situación con mayor perspectiva y encuentro soluciones más creativas que cuando me escondo en un rincón aíslada y me regodeo en la creencia falsa de que nadie me ve, me comprende, ni me ama. Es verdad que hacerme la víctima tiene cierto regustillo, pero me sale muy caro y decido salir de mis escondites y abrirme a recibir y a dar amor el amor que necesito. El amor es lo único que sana. El amor es siempre la respuesta.

Alegría

Cuando me siento amada, más allá de lo que acontezca afuera, siento un gozo en el pecho. Una alegría que me hace sentirme viva. Un regocijo. Un calorcito. Un agradecimiento.

Así surge una alegría interna, muy propia y a menudo independiente de las circunstancias. A veces es una alegría de fondo, como un bebé satisfecho después de recibir leche y amor a través de una teta. 

Y desde esa alegría me puedo compartir con el mundo, contarle lo que me gusta, lo que me acontece, lo que me atrae, lo que descubro. Me gusta en este cuadro de Eva Armisén esos haces de color que se reparten en el espacio, porque me recuerdan la gran capacidad contagiosa de la alegría.

La fiesta dentro

Y así, convierto el gozo que genero en el afuera en alimento de adentro. Las líneas de colores se transforman en puntitos que generan la fiesta en mí, que me hacen sentirme más presente, más vibrante de vida.

Esto me recuerda a cuando a veces, en las sesiones de Respiración Consciente de Rebirthing que guío, la persona conecta con mucho gozo y empieza a no querer sentir el cuerpo porque le da miedo permitirse la plenitud. En esos casos muchas veces les digo: "Quédate, quédate en el cuerpo. Que la fiesta es aquí." Si finalmente le dan espacio a esto, entonces pueden entender la idea de que podemos crear el cielo en la tierra y la imagen de que han llegado a casa.

Casa

Permitirme volar, darme una pausa, conectar con el amor y la alegría, hasta sentir la fiesta en mí, todo esto me lleva a casa. Volver a casa. Sentirme en casa.

Y ésta es una vivencia muy interna, difícil de describir con palabras y, sin embargo, claramente reconocible cuando la experimentas. Cuando alguna persona después de una sesión o un curso se siente muy plena y le pregunto: ¿Has llegado a casa?, quien sí que ha llegado no lo duda y la respuesta es una sonrisa.

Lo bueno de haber estado en casa es que puedes volver. Y se está tan mal cuando no estoy allí, que todo mi empeño se enfoca en volver a estar en mí, en volver a ese espacio donde, independientemente de todo lo que acontezca afuera, yo me siento entera y en mi eje, nutrida y presente.

Vida

Y bien nutrida de experiencias de volar, de pausas integradoras, de amor regenerador, de alegría jubilosa y festividad interna y del gozo de estar en casa, entonces puedo afrontar lo que me venga en la Vida con mayor sensibilidad, cordura y confianza. Y aprender a que, venga lo que venga, tengo la capacidad de acogerlo.

Esto es lo que practico para mí misma y a eso acompaño a las personas a través de mis sesiones y mis cursos, online y presenciales: a conectar con su corazón con Registros Akáshicos y el Tarot de los Mensajes, a respirar lo que les inquieta con Rebirthing, a tener una comprensión sistémica de lo que no entienden con Constelaciones Familiares, a leer en clave energética lo que les pasa en la interacción con otras personas con Diseño Humano Vivencial, a crear espacios de comunicación auténtica en forma de Círculos de Mujeres, y a ganar consciencia a través de las meditaciones activas y sociales.

Esto hace de mi Vida un lugar muy pleno. Muchas gracias por tu presencia, cariño y confianza en mi Camino de Vida. Como se dice en Costa Rica: ¡Pura Vida!

Este verano volé a Valencia y en la tienda del aeropurto me encontré un sorprendente planeta de lunares del que te quiero hablar hoy. Ya sé que entonces lo de las Postales desde Holanda ya no es tan literal, pero es que la tentación es demasiado grande y el espíritu de los topos me ha invadido.

Allí en ese lugar fuera del espacio-tiempo que es una tienda de aeropuerto, conecté con la idea de qué pasaría si esos redondeles fueran en realidad códigos que llevamos. Qué pasaría si cada uno de esos circulitos nos diera información de quiénes somos realmente. Y si quizá fueran señales sobre dónde poner nuestro foco. También podrían ser símbolos de las lecciones aprendidas en esta vida. Me gusta imaginarme usos más allá del meramente estético para este estampado que me llama tanto la atención.

Siguiendo esta propuesta acerca del uso alternativo de los lunares, cada vez que bebas de una botella a topos estarías tomando consciencia de aspectos de tu vida que te afectan en el día a día, lo sepas o no, y que puedes sanar. 

Así tendríamos los lunares del nacimiento que te hablan de cómo lo que sucedió alrededor de tu nacimiento moldeó tu percepción del mundo y tu forma de vivir. Estos redondeles serían oportunidades para darte cuenta de cómo las circunstancias de tu preconcepción, concepción, gestación, parto y primer año de vida están definiendo muchas de tus emociones y tus pensamientos. Estos hechos conformaron tu "guión natal" y a partir de él te dedidcas a reproducirlo de manera inconsciente, para bien en muchos casos, y de manera limitante en muchos otros. 

Beber lunares te ayudaría entonces a dejar atrás los patrones limitantes que te impiden vivir una vida más plena. Las marcas que más me ayudan a mí con mi "guión natal" son la Respiración Consciente de Rebirthing y las Constelaciones Familiares del Guión Natal.

Los lunares de la infancia nos hablarían de cómo nos desarrollamos en el mundo, de qué nos pasó que hizo que nos convencieramos de que somos de una manera determinada y que debemos comportarnos de una forma que, en realidad, nos ayudó a sobrevivir. Estos topos te traerían recuerdos que junto con consciencia, amor y compasión podrías resignificar, de modo que hicieras verdad la frase de Milton Erickson de: "Nunca es tarde para vivir una infancia feliz".

Esta sal no cambiaría lo que sucedió realmente en tu niñez, pero sí te ayudaría a resignificar la experiencia interna que tienes de lo que pasó. Es decir, que si de niña te sentiste muy sola, gracias a esta sal de lunares podrías conectar con esa niña interna y darle todo el amor y apoyo que ella necesitó. De este modo, tu sistema nervioso y tu cerebro se podrían relajar sintiéndose protegidos finalmente, sabiendo que están en buenas manos con la adulta sabia en que te convertiste.

Echa sal de lunares a tu vida a través del trabajo con tu niña y niño interior con una sesión o un taller de  Respiración Consciente de Rebirthing.

Otro tipo de lunares muy importante es el de los lunares transgeneracionales. Estos nos recordarían que antes de nostros y nosotras hubo más personas: nuestros padres, abuelos, bisabuelos y muchas generaciones de hombres y mujeres, cuyas vidas y destinos nos permitireron a mí estar escribiendo este texto y a ti leerlo en este momento.

Yo bailo hoy, ayer mi madre, anteayer mis abuelas... La música puede ser diferente, pero cómo la interpreto y cómo me muevo en la vida tiene mucho que ver con qué les sucedió a ellas en los tablados que les tocaron. Sus miedos, su rabia suprimida, sus anhelos son parte de mí y gracias a los lunares transgeneracionales me puedo permitir bailar a mi manera sin necesidad de repetir de manera inconsciente sus destinos.

Descubre cómo bailaron tus antepasados y de cómo encontrar tu propio ritmo a través de las Constelaciones Familiares.

Los lunares de mi Diseño Humano me recordarían cómo es mi forma de estar en el mundo: cómo tomar decisiones, qué estrategia necesito seguir en mi vida, en qué necesito cuidarme y en qué puedo ser de servicio para mí y para los demás, cuáles son mis talentos y cuáles son mis retos.

Y es que no todas las castañuelas suenan igual. Según sus distintas  formas y los diferentes materiales pueden llegar a tener una sonoridad muy variada. No todos somos iguales en nuestra forma de funcionar y que los lunares nos lo recordasen sería toda una ventaja, porque así nos aceptaríamos más y podríamos valorar la diversidad de entre las personas mucho más. Sabríamos que somos unas castañuelas artesanales de la madera más noble y por tanto extraordinarios y extraordinarias.

Aprender a sacarle el máximo partido a tu tipo de castañuela con Diseño Humano Vivencial.

Y lo muy interesante sería que mis lunares y tus lunares pudieran interactuar, así nos ayudaríamos mutuamente a ganar consciencia sobre nosotros y nosotras mismas. Así, me imagino aparecer en la feria con mi traje de faralaes y que el estampado a topos sirva de inspiración para las demás personas.

Algunas de las ferias que a mí más me nutren por el colorido y la variedad de lunares con los que poder aprender más sobre mí misma y los demás, son los Círculos de Mujeres y la Meditación AUM. 

Hay tantos lunares interesantes que explorar acerca de ti, que te invito a que te adentres en la riqueza de tu mundo interior a través de cada topo que te topes. Al igual que Alicia en el País de las Maravillas, en cuanto veas al conejo blanco, no dudes en lanzarte por la madriguera que te esté descubriendo este personaje, que si hubiera sido de Sevilla o hubiera visitado la tienda del aeropuerto de Valencia, hubiera llevado sin duda un chaleco a lunares ;-)